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Femeninas. 1917 Magda Donato, oficios femeninos: enfermeras, periodistas y telefonistas.

Magda Donato cuenta con 27 años en esta foto.
Magda Donato en fotografía de El Heraldo de Madrid, 28 de noviembre de 1925.

Desde el otoño de 1917, Magda Donato cada vez va tomando más consciencia de su talento periodístico y de su valía como mujer.

  

Como hemos dicho en un anterior artículo, lleva unos pocos meses colaborando como articulista en el periódico El Imparcial. En principio, sus escritos debían ocuparse en trivialidades relacionadas con la moda, los niños, la casa o las bodas. Pero la Primera Guerra Mundial azota a Europa y las lecturas de lo que están haciendo las mujeres en Francia le hacen reflexionar que las "féminas" tienen mucho más que ofrecer y recibir de esta sociedad. Sus artículos se convertirán en reivindicaciones de lo que puede aportar su género. Es muy joven y todavía está forjando su personalidad y su pensamiento político, de ahí que sea contradictoria en sus afirmaciones. 

 

En este artículo del blog he agrupado tres columnas de su sección Femeninas del periódico El Imparcial. Los tres tiene en común el destinatario femenino y el posicionarse e indagar en ciertos oficios en los que la mujer está teniendo o puede tener protagonismo en el futuro. Los dos primeros, además, nos aportan ya rasgos de su pensamiento feminista, algo conservador. También nos dan las claves de algunas de sus fuentes literarias, las lecturas que le inspiran para su tarea periodística. El tercero es revelador de que lo que le gusta del periodismo no es estrictamente lo literario, sino el contacto con la gente, el reportaje vivido. 

 

Analicemos previamente algo más de lo que aportan. Y luego podemos completar con la lectura de los artículos y del contexto de nota a pie de página y de las fotografías que los acompañan:

 

  • La primera columna es del 12 de octubre de 1917. Se titulada "El heroísmo y las mujeres". En ella recoge párrafos de la revista francesa Femina, que publica fotos de enfermeras que actúan en el frente de batalla bajo el título "el libro de oro del heroísmo femenino". Básicamente copia el textual de los pies de foto de la revista en los que se hacen comentarios de su comportamiento heroico. De sus propias palabras se deduce que se siente orgullosa del valor y abnegación de muchas mujeres francesas que se alistaron para salvar innumerables vidas y brindar atención y consuelo a los heridos. Su ejemplo es una inspiración para ella y por ello lo quiere destacar. Pero también de sus palabras se puede  inferir una limitación en su feminismo, una declaración de lo que no quiere para la mujer y una crítica a las feministas más radicales: "esas infelices que creen necesario ponerse un traje de guerrera, llevar una vida contraria a todas las leyes de nuestra naturaleza y matar; en una palabra, ser absurdas y despiadadas, para probar heroísmo..."  Cree que el heroísmo femenino puede demostrarse "mucho mejor bajo la blanca toca de enfermera que bajo un casco o un quepis".

 

  • El segundo artículo y oficio sobre el que trata es el de telefonista. Parece que no está a su alcance la entrevista de grandes personajes, pero sí que puede vivir y trasmitir lo que piensan colectivos de la sociedad que a menudo no tienen eco mediático. Así, la visita que hizo al Colegio de Sordomudos y Ciegos, no va a ser el único reportaje vivido de esta sección de El Imparcial. El 1 de diciembre de 1917 visita la Central Telefónica de la calle Mayor nº 1 de Madrid. Al comienzo está un poco decepcionada, porque no puede más que describir ambientes. El silencio de la sala, el vestuario y los objetos que utilizan las señoritas. Pero no puede interactuar con las protagonistas, las señoritas del cable. Así que decide enfocarlo bajo una estrategia distinta y abordarlas en la escalera de salida. Allí, pese al recelo inicial, puede sacarles declaraciones sobre las condiciones y el ambiente de trabajo, lo que cobran e, incluso, chismes de amoríos con los clientes... Sin embargo, lo que más valor aporta este artículo es que una telefonista la reconoce por su nombre cuando les dice que es una entrevista para El Imparcial: "¿Es usted Magda Donato? -interrumpe una telefonista ilustrada". Donato no se puede sentir más alagada, pese a sus 19 años y a que sólo lleva escribiendo columnas esporádicas desde enero de ese año, hay una de esas telefonistas que sigue sus artículos. Es consciente de que se va haciendo un nombre en el periodismo.

 

  • En la columna del 13 de enero de 1918, Magda Donato afronta la capacidad de la mujer para el oficio de periodista en el que se ha iniciado. Explica qué mujeres han influido en su decisión y deja entrever el estilo de periodismo "vivido" que le gustaría hacer -y que hará- en los próximos años. Si se lee este artículo con detenimiento se vuelve a ver que el pensamiento feminista de Donato se aleja de nuevo del más radical. Afirma ser feminista en lo material de la vida: "me parece monstruoso que una mujer no pueda firmar un contrato sin autorización de su marido, y me parece muy lógico que las mujeres de los países donde el alcoholismo destruye sus hogares, reclamen el derecho a votar (...)". Pero decepciona en sus apreciaciones a cerca del poco "genio" de las mujeres literatas, incluso de las que más admira (George Sand, Emilia Pardo Bazán y Colette): "no me puede cegar en cuanto a la constitución de nuestro espíritu. Las mujeres podemos tener mucho talento;  no somos nunca geniales; desde que el mundo es mundo, la mujer más extraordinaria queda reducida a poco si se la compara con uno de los grandes genios masculinos; lo cual no impide que haya habido, y hay, mujeres de un enorme valor intelectual... en cuanto a mujeres." Sus apreciaciones sobre las novelistas antes citadas refleja los ofensivos clichés machistas de la época. Animo a leerlas en el texto, porque puede sorprender bastante. Sí cree, en cambio, en que el periodismo puede ser el campo para que la mujer destaque sobre el hombre, tanto en el periodismo de la divulgación de las ideas, como en el que ella denomina de "información", y que yo denominaría de reportaje humano de investigación. Destaca dos mujeres que le servirán de inspiración y que nos pone sobre la pista del periodismo que quiere hacer Donato: Marylie  Markovitch, que realizó entrevistas a personajes y peligrosos reportajes en la Rusia revolucionaria, y Maria Laparcerie, que ejerció  "multitud de oficios, cada uno durante breves días; de esta manera, sus artículos tienen el doble, interés de ser exactos y de haber sido vividos." 

 

Veamos los literales de los tres artículos con una pequeña introducción de contexto.

CONTEXTO GENERAL DE LOS TRES ARTÍCULOS.

 

La Primera Guerra Mundial provocó cambios significativos en la sociedad, especialmente para las mujeres, quienes asumieron roles que antes ocupaban los hombres. Con una creciente demanda de producción, las mujeres entraron a trabajar en fábricas de municiones y armamentos y asumieron más responsabilidad en tareas agrícolas. La necesidad de mantener los ferrocarriles y los transportes terrestres operativos llevó a que el número de mujeres en este sector aumentara. Las labores adminstrativas tanto en los oficios habituales como en el ejército abrió otro nicho de trabajo para las mujeres. Pero, sin duda alguna, la más admirable fue la labor de muchas mujeres que se unieron a la Cruz Roja y otros cuerpos de enfermería. Las bajas masivas en el campo de batalla llevaron a un aumento en la necesidad de enfermeras.

 

En España, que no vivía directamente la guerra, no se estaba produciendo el mismo fenómeno y a lo más que aspiraban algunas mujeres era a alabar el comportamiento heroico de las mujeres europeas y a ser consideradas en profesiones donde podían demostrar su valía, algunas nuevas como la de telefonista, y otras, como la del periodismo donde sin duda había un gran potencial dado los cambios que se estaban produciendo en la información.

 

 

Las enfermeras

 

CONTEXTO. El papel de las enfermeras durante la Primera Guerra Mundial es crucial. A menudo son representadas de manera heroica, como mártires o ángeles blancos. Estas figuras se asocian con el patriotismo y la abnegación. Sin embargo, estas representaciones populares eran idealizadas y no reflejaban la dura realidad de su día a día ni sus competencias. Su profesionalización y compromiso, a menudo motivados por un profundo patriotismo, marcaron una verdadera revolución en el ámbito médico. La Cruz Roja y otras organizaciones fueron esenciales para movilizar a mujeres dispuestas a entregarse, incluso sin experiencia previa. Sus tareas iban más allá de los cuidados médicos, abarcando también responsabilidades logísticas y domésticas.

 

Los relatos franceses que recoge Magda Donato no pasan de pequeñas loas a su esfuerzo y valor. La oportunidad, en menor escala, vendrá por la guerra del Rif, sobre todo a partir de la derrota de Annual en 1921.

 

Enfermeras en un hospital de campaña francés en Vitry de Francois.

 

 

 

ARTÍCULO 

 

El Imparcial, 12-10-1917

 

FEMENINAS

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El heroísmo y las mujeres

 

Con el título «El libro de oro del heroísmo femenino», la revista Fémina ha publicado una colección de retratos de enfermeras de la guerra; cada uno está seguido de una breve nota, cuyo laconismo, exento de comentario, dice más que todas las frases pomposas y que todos los discursos elogiosos.

 

Al azar transcribo algunos párrafos sobresalientes de estas notas gloriosas:

 

“Mademoiselle Canion Bacara: Ha dado pruebas, como enfermera mayor de la Cruz Roja, de una infatigable abnegación para con los heridos cuidados en su ambulancia; ha mostrado un valor excepcional, no sólo permaneciendo durante varios meses en una zona atacada por la artillería alemana, sino también yendo, por propia iniciativa, a recoger heridos bajo el fuego más violento. Además ha prestado beneficios excepcionales a la causa francesa, permaneciendo en su puesto durante la ocupación alemana.

Ha sido herida por un obús, que estalló junto a ella mientras cumplía sus deberes de enfermera en condiciones que sabía eran peligrosas.

 

Mademoiselle Jeanne de Maistre: No ha abandonado el puesto peligroso que su abnegación escogió, a pesar de la ocupación alemana y del incesante bombardeo.

 

Madame Barrat (sor Luisa), superiora del hospital de Nancy: Por sus cualidades de dirección, su valor, su abnegación en todos los instantes para los enfermos y heridos, y su respeto a la libertad de conciencia, ha sabido adquirirse el agradecimiento de cuantos tuvieron la dicha de tratarla.

 

Madame veuve Alexandre Linan: Desde hace más de treinta años, da el más hermoso ejemplo de valor y de abnegación inteligente, cuidando a numerosos enfermos contagiosos, tanto en Francia como en Marruecos. Se ha distinguido notablemente, desde el principio de la guerra, cuidando a los heridos o cuidando a los atacados por el tifus en la ambulancia de la cual forma parte.

 

Madame de Loys Chandeil: Enfermera mayor de una formación de la primera línea, sometida a repetidos bombardeos. Ha dirigido con la más extraordinaria sangre fría la evacuación de una sala alcanzada por los obuses.

 

Madame Alexandra Narischkine: De una infatigable actividad, de una notable inteligencia, de una abnegación absoluta, Madame Narischkine ha contribuido grandemente a la organización del hospital que lleva su nombre. Ha prestado preciosos auxilios a los cirujanos en el cumplimiento de sus deberes, y durante las incursiones de aeroplanos y zeppelines enemigos no ha abandonado su puesto ni un solo instante, alentando a los heridos con sus palabras y su actitud."

 

Fotografía de un grupo de enfermeras del servicio de salud del hospital militar de Mont Frenet durante la Primera Guerra Mundial. Arriba, de izquierda a derecha, Madame de Boisboissel, Mademoiselle Juge, Madame de Vittu de Kerraoul (ex Madame de Gennes, apodada BMK por Bonne Maman Kerraoul), Madame Mangin, Mademoiselle Namur; abajo, señoritas Frontault. Marguerite de Vittu de Kerraoul fue nombrada caballero de la orden de la Legión de Honor por decreto del 21 de julio de 1928.

¿Para qué seguir? Este es un reducido ejemplo de cómo las mujeres saben añadir a su caridad y su abnegación peculiares un valor y un desprecio del peligro que no tienen nada de femenino... en el sentido corriente y dulzón de la palabra.

 

Ý ¿para qué comentar? Sólo me permitiré recordar a título de comparación las "mujeres-soldados", esas infelices que creen necesario ponerse un traje de guerrera, llevar una vida contraria a todas las leyes de nuestra naturaleza y matar; en una palabra, ser absurdas y despiadadas, para probar heroísmo... ese heroísmo que, sereno y callado, puede albergarse en una mujer mucho mejor bajo la blanca toca de enfermera que bajo un casco o un quepis.

 

MAGDA DONATO.

 

 

Las telefonistas

 

CONTEXTO. Durante el comienzo del siglo XX en España, las telefonistas, conocidas como las “chicas del cable” , jugaron un papel crucial en las telecomunicaciones, estableciendo conexiones telefónicas a través de centrales manuales. Su trabajo permitió conectar a miles de personas y requería discreción y confidencialidad. Aparecieron por primera vez en 1903 en el Reglamento del Servicio Telefónico, donde se detallaban sus funciones y salarios. 

 

Las telefonistas eran principalmente mujeres, quienes debían cumplir estrictos requisitos para ser contratadas, como ser solteras y superar diversas pruebas. Su vida laboral promedio era de tres años, ya que debían dejar su puesto al casarse.

 

La luz en su cuadro indicaba una llamada entrante, momento en el cual la telefonista conectaba la clavija correspondiente. Luego, abría una llave para que el abonado pudiera hablar con ella y solicitar a quién quería llamar. Una vez tenía la información, conectaba otra clavija al centro deseado y emitía la llamada, transmitiendo los detalles a otra telefonista. Durante este proceso, el abonado quedaba incomunicado mientras esperaba la respuesta de la centralita.

 

Las telefonistas eran mujeres modernas, un ejemplo claro del cambio de los tiempos. En los periódicos pueden encontrarse algún reportaje sobre como trabajaban. a menudo buscando el "chisme". Magda Donato tiene pensado al comenzar su indagación in situ, iniciarse por está línea, pero luego comprende la profesionalidad de estas mujeres y termina reivindicando con ellas la subida de salario.

Templete de líneas y cables aéreos en la vieja central manual de Mayor 1, sobre la casa de Cordero, junto a la emblemática Puerta del Sol de Madrid. Aquí se centralizaban las llamadas de la zona centro de la Compañía Madrileña de Telefonía. El kiosco estuvo activo desde 1895 a 1927, ya bajo la compañía estatal cuando tenía 5.600 abonados.

 

 

ARTÍCULO

 

 El Imparcial, 1-12-1917

 

FEMENINAS

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¡Central! ¡Central!

 

¡«Pero que pelmas son estas señoritas de la Central! ¡Claro, se pasan el tiempo charlando entre ellas, y los abonados que se fastidien! Con no contestar o decir "está comunicando", ya lo han arreglado todo. ¡Qué desorden, debe de haber en esta Central de Teléfonos!

 

Estas amenidades y algunas otras bastante menos correctas son las que suelen dirigirse a las telefonistas, y ninguno de nosotros está limpio de alguno que otro pensamiento criminal después de una hora de varias llamadas o de una conversación cortada veinte veces por las invariables interrogaciones: "Ha terminado?"

 

Yo tenía un gran deseo de visitar este antro imprescindible y aborrecido que se llama la Central, donde unas muchachas, vestidas con trajes de opereta, charlan con animación, burlándose alegremente de los infelices abonados y de los timbres ensordecedores, a los cuales no prestan ya la menor atención.

 

También deseaba hablar un rato con "las alegres chicas de la Central", cuya conversación me parecía deber ser, en tal ambiente, de lo más interesante y entretenida.

 

Lo primero fue cosa fácil. En la calle Mayor, núm. 1, un administrador, que me recibe con la mayor afabilidad del mundo, accede amablemente a mis deseos. Entramos en la Central, el espectáculo es de una severidad imponente: alrededor de la vasta sala cuadrada unas muchachas con traje negro y delantal rojo están sentadas sobre altas sillas, la cara vuelta hacia la pared, inmóviles.

 

La central telefónica de la calle Jordán, en el número 8, a unos pasos de la calle de Fuencarral, inició su andadura en 1917. También pertenecía a la Compañía Madrileña de Teléfonos. Constaba de  líneas capaces para 3.480 abonados y una plantilla de 87 operadoras. En 1924 la central de Jordán entró a formar parte de la Compañía Telefónica Nacional de España, con monopolio de servicio para todo el país. 

 

 

(Sólo aquí me atrevo a confesar mi sorpresa de ignorante al no oír un solo timbre.)

 

La sensación que me producen estas muchachas es triple: la primera es que les falta algo; les falta la invisible pareja a la cual incansablemente repiten a media voz la invariable pregunta «¿Diga?»; pregunta a la que el otro no parece contestar nunca.

 

La segunda sensación es de coquetería, porque esa curva de metal que oprime las cabezas se parece a la cinta de plata que forma un adorno de noche en el pelo de las mujeres.

 

La tercer sensación diría que es “quirúrgica” , porque el transmisor que llevan aplicado sobre el pecho me recuerda de una mаnега precisa el espejito que los médicos llevan sobre la frente en las clínicas y en los hospitales.

 

No necesito pedir al administrador muchos detalles sobre la conducta de las telefonistas. “No esperaban nuestra visita -me dice-, y ya ve usted...”

 

Me acerco y ninguna se inmuta, ni parece siquiera notar mi presencia; sus ojos están fijos en el cuadro que les corresponde, y en el cual se encienden incesantemente, en innumerables ampollitas de cristal, luces rojas, que son las señales de llamada. Y me convenzo de que es materialmente imposible, a pesar de la opinión generalmente admitida, el que, sin estar alguna ampolla eléctrica “descompuesta”,  una telefonista deje de contestar a una llamada. Tres vigilantas recorren la sala sin descanso, y no dejarían pasar el más leve descuido. “Ellas -me dice el administrador-  son las encargadas de hacer respetar las máximas que ve usted ahí.”

 

Alzo la mirada hacia un cuadro de papel con marco de madera, en el cual en grandes letras se leen, en efecto, las máximas de la perfecta telefonista:

 

“Guardar silencio.

Tener actividad.

Ser lacónicas.

Ser amables.

Repetir les números.

No escuchar conversaciones.”

 

El cuadro con las  "máximas de la perfecta telefonista" que presidía todas las primares centrales de telefonía. Centro telefónico de la Compañía Peninsular de Teléfonos en Villafranca, 1920. Archivo histórico de Fundación Telefónica.

 

Salgo llena de unción de este templo, sin haber conseguido mi segundo propósito, hablar con las telefonistas.

 

- Necesitaría para ello un permiso especial -me ha dicho el administrador-. Ya se da usted cuenta de que es realmente difícil distraer un solo minuto a una telefonista en ejercicio de sus funciones.

 

Como, por otra parte, el obtener dicho permiso resultaba algo enojoso, me decido a esperar a las telefonistas a la salida del trabajo.

 

Dan las dos de la tarde; apostada en la escalera de la Central veo subir grupos de muchachas muy seriecitas, con la perspectiva poco seductora de las ocho horas de trabajo que les esperan arriba. Poco después, contrastando con éstas, bajan las otras, las que salen, riendo y saltando. Me dirijo al primer grupo le expongo mis pretensiones. Una de ellas se ríe con toda el alma: parece encontrar la aventura graciosísima; no obstante, exclama con sus compañeras:

 

-No sabemos nada; no tenemos nada que decir. Pero mire usted, ahí baja otro grupo, y seguramente sabrá mejor que nosotras hablarla de cosas interesantes.

 

Y se escapan presurosas para no perder un minuto de su precioso tiempo de libertad

Segundo grupo, segunda exposición de pretensiones, segunda contestación:

 

-No sabemos nada; pero pregunte usted al grupo que nos sigue y seguramente...

- ¡Ah, no! -exclamo yo.

 

-Pues suba usted arriba y la informarán...

 

-Ya he subido, y quiero hablar con ustedes... y ha de ser en la escalera -declaro con una amabilidad que pretende disimular mi impaciencia.

 

Ya cerrada toda salida, se miran unas a otras murmurado:

 

-¿No estará prohibido? ¿No estará mal?

 

-No tengan ustedes miedo -insisto riendo- no les pido ninguna revelación comprometedora. Es para EL IMPARCIAL y...

 

-¿Es usted Magda Donato? -interrumpe una telefonista ilustrada.

 

- Precisamente.

 

Ya, en confianza, esperan:

 

-Trabajan ustedes mucho?

 

- Muchísimo; ocho horas con un cuarto de hora de descanso para tomar algo.

 

- Debe ser un trabajo que requiere una atención continua, ¿verdad?

 

- ¡Como que al salir a la calle andamos como atontadas! - exclama una.

 

-Pero ¿las pagaran bien?

 

Hay grandes exclamaciones ante la ingenua pregunta, y luego:

 

- Entramos ganando dos pesetas, y a lo que más llegamos es a diez reales.

 

-¿Y cuando están enfermas?

 

- Si estamos en la última miseria, como para ir al hospital, entonces nos ayudan algo -dice una, y añade alzando fieramente la cabeza-  pero una prefiere aguantar cualquier cosa antes que confesar tal pobreza.

 

-También llevará en si el oficio algunas ventajas, algunos ratos divertidos, ¿no?

 

- Los ratos divertidos -sentencia la telefonista ilustrada- no existen para las telefonistas mas que en «La duquesa del Tabarin»; pero lo que es en la vida...

 

Asentimiento general y convencido.

 

-¿Y declaraciones por teléfono, reciben ustedes a menudo? Eso debe ser divertido.

Todas las miradas se vuelven hacia una rubia que retuerce entre sus dedos el cordón de su bolsillo, y cuya cara tiene, por el momento, el color de la amapola. Murmura tímidamente:

 

-No... no; si es una tontería...

 

Su voz tiene inflexiones deliciosas; es algo así como las melodías unidas de las voces de Rosario Pino y Catalina Bárcena; y como la voz en una telefonista tiene más importancia todavía que las piernas en un bailarina o los ojos en una habitante de harén, mi indiscreción se hace despiadada y pido ávidamente el relato de esta novela que se vislumbra.

 

Las compañeras de la tímida rubia me cuentan que, en efecto, tiene un novio, sin que el uno conozca del otro mas que la voz. Un día un abonado, seducido per la dulce voz que le decía: “Esta comunicando”, le pidió su nombre. La voz se negó primero a pisotear el reglamento, pero acabó por acceder, y se establecieron entre las dos voces tiernas relaciones, selladas por un hermoso ramo que la muchacha recibió, sin tarjeta, el día de su santo.

 

-Y ¿no han intentado ustedes conocerse mejor? ¿Verse por lo menos? -pregunto yo extrañada.

 

-No; no tenemos prisa -contesta ella tranquilamente, así guardamos más tiempo nuestras ilusiones.

 

Esta filosofía amorosa-telefónica es realmente de una profundidad muy seria.

 

-Y para terminar nuestra entrevista no me dicen ustedes alguna otra cosa interesante?

 

-¡Que nos suban el sueldo!

 

El grito ha sido unánime; todas, incluso la telefonista telefónicamente enamorada, todas lo han lanzado fervorosamente, y ¡qué bien me lo explico!

 

 

MAGDA DONATO

 

 

 

Mujeres periodistas

 

CONTEXTO. A principios de siglo, la cultura de la prensa escrita entre las mujeres se disparó. Entre el aumento de la alfabetización y la disminución de los costes de impresión, y el deseo de difundir conocimientos e ideas, la cantidad de mujeres que se incorporaron al periodismo y fundaron periódicos y revistas cambió el panorama de un campo predominantemente masculino. Esto no quiere decir que las mujeres no estuvieran marginadas en el campo: en respuesta al aumento de las lectoras (y de los ingresos que éstas generaban), la mayoría de los periódicos tendían a contratar únicamente a mujeres para escribir "columnas femeninas" centradas en cuestiones domésticas como el cuidado de los niños, la moda, la cocina, etc. Sin embargo, las mujeres utilizaron sus puestos dentro de las revistas tradicionales y las que fundaron para discutir, debatir y cuestionar muchos de los principales temas de actualidad.

 

Frances Pepper (izquierda) y Elizabeth Smith (derecha) trabajando en las oficinas de The Suffragist, la revista semanal publicada por la Unión del Congreso y el Partido Nacional de la Mujer de 1913 a 1921. Publicado en The Suffragist, 22 de julio de 1916.

  

Sorprende que Donato no cite a referentes periodísticos de españolas coetáneas. Sólo cita a la novelista universalmente conocida Emilia Pardo Bazán y omite otras muy prestigiosas en 1917 como: Concha Espina, eminente escritora;  Carmen de Burgos ("Colombine") en activo desde comienzos de siglo XX; Isabel Oyarzabal ("Beatriz Galindo") que fundó una de las primeras revistas dirigidas por mujeres La Dama y que colaboraba como los principales periódicos de la época; Sofía Casanova corresponsal en la Gran Guerra y en la revolución rusa; María de Maeztu que dirigía la Residencia Internacional de señoritas dependiente de la Institución Libre de Enseñanza; y hasta su propia hermana Margarita Nelken, que en 1919, publicará su primera obra larga, La condición social de la mujer en España. Su estado actual: su posible desarrollo y que era afamada crítica de arte...

 

Sirva de evidencia de que había muchas mujeres notables conocidas a través de los medios periodísticos esta fuente que nos proporciona el periódico EL FÍGARO (véase la imagen de abajo). A lo largo de 1919, el periódico organizó un concurso para saber qué mujeres merecerían ser las primeras en obtener un escaño en el Congreso en el caso de que pudieran ser elegidas. Entre las votadas había, además de algunas de las citadas anteriormente, muchas escritoras y periodistas activistas por el feminismo (María Espinosa, María "de Martínez Sierra"/María de la O Lejárraga o la marquesa del Ter/ Lilly Rose Schenrich ), científicas (la doctora Concepción Aleixandre), sindicalistas (Virginia González, dirigente sindicalista de la UGT), actrices (María Guerrero o Margarita Xirgu) y señoras caritativas de la alta sociedad (condesa de San Rafael o la de Romanones)... Magda Donato no cuenta entre la lista de las más conocidas o votadas.

 

 

En el artículo, Magda Donato pierde el enfoque por algún momento del tema a analizar haciendo algunas disquisiciones que se debaten en ese momento sobre el feminismo y el sufragismo, de la que pronto se arrepentirá.

 

 

ARTÍCULO

 

El Imparcial, 13-01-1918

 

FEMENINAS

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La mujer y el periodismo

 

En una revista francesa, Luciano Descaves[i] anuncia el acceso de una mujer al periodismo de gran información. Se trata de madame Marylie  Markovitch[ii], que marchó a Rusia y se encontró allí con el palpitante espесtáculo de la revolución; Mme. Markovitch no ha desaprovechado el momento y ha enviado a la Revue des Deux-Mondes varias informaciones que han llamado poderosamente la atención, no ya sólo por su índole,  sino por la manera en que están relatadas. Añade Descaves que para las mujeres es un verdadero motivo de orgullo el que una de ellas haya triunfado en el más difícil y peligroso reportaje mejor que ningún hombre.

 

Motivo de orgullo, sí; pero no de extrañeza; de todas las ramas literarias, la que mejor nos conviene es, sin duda alguna, el periodismo, toda clase de periodismos. Cada día -y a esto la guerra ayudará prodigiosamente- una nueva prueba ha de demostrar que, no solo el periodismo se adapta mejor a nuestro espíritu y a nuestro temperamento que ninguna clase de literatura, sino también que nosotras estamos mejor constituidas que los hombres para el periodismo.

 

Esto no es del todo favorable para nosotras. De todas las profesiones que tienen alguna relación con la literatura, el periodismo, dominado, sometido por el despotismo de la actualidad, cosa superficial y esencialmente efímera, es la más inferior, desde el punto de vista espiritual; es la que menos se presta a creaciones y a especulaciones; por eso nos conviene.

 

No hago aquí, alarde de antifeminismo; soy al contrario, una feminista convencida en cuanto se relaciona con las materialidades de la vida. Así, me parece monstruoso que una mujer no pueda firmar un contrato sin autorización de su marido, y me parece muy lógico que las mujeres de los países donde el alcoholismo destruye sus hogares, reclamen el derecho a votar, puesto que en el voto femenino está su único medio de defensa contra el vicio que los hombres no saben o no quieren combatir.

 

La lucha por el sufragio femenino en otros países ya era una lucha organizada y había protagonizado actos reivindicativos como este que vemos. El 26 de julio de 1913 ,50.000 sufragistas y simpatizantes de la Unión Nacional de Sociedades por el Sufragio Femenino (NUWSS, por sus siglas en inglés) se reunieron en el parque de Hyde Park de Londres  para una manifestación en la que pedían el voto femenino. Fue la culminación de una peregrinación/marcha por el sufragio femenino de cinco semanas de duración de columnas que se dirigieron del todo el país a la capital. En la fotografía, tenemos la que partió de Carlisle, al norte del país, a su paso por Liverpool.

Pero esto no me puede cegar en cuanto a la constitución de nuestro espíritu. Las mujeres podemos tener mucho talento;  no somos nunca geniales; desde que el mundo es mundo, la mujer más extraordinaria queda reducida a poco si se la compara con uno de los grandes genios masculinos; lo cual no impide que haya habido, y hay, mujeres de un enorme valor intelectual... en cuanto a mujeres.

 

Esta aserción carece de novedad y es demasiado sabida para necesitar demostración alguna. Sin embargo, por satisfacción personal, quiero recordar la mayor novelista femenina: Jorge Sand[iii]. Esta mujer, admirable de originalidad y de independencia en su vida privada, fue en sus novelas un juguete que recibió dócilmente las sucesivas influencias de sus sucesivos amigos. Esto es natural; su espíritu, siendo femenino, es decir, débil e inconsistente, estaba dominado por la sensibilidad de su corazón.

 

La condesa de Pardo Bazán[iv] no es un ejemplo de talento femenino, sino de que para llegar a ser algo grande, el espíritu de la mujer debe forzosamente perder su feminidad, masculinizarse. Asimismo Colette[v], que tan magistralmente ha dado en ”La vagabonde”  la verdadera novela de la mujer, la única que, siendo verdadera y siendo femenina, es sencilla y fuerte; Colette es genial... en un plano secundario.

 

La escritora Colette en su mesa de trabajo, en París, a principios del siglo XX

 

Y a la poesía, que parece debe ser patrimonio nuestro, pertenece más bien al hombre; acaso porque, contrastando con su fuerza, se asimila más que nosotras al niño, pоeta inconsciente.

 

Y volvamos al periodismo. Esta, lo repito es nuestra vía. Carecemos de las cualidades especulativas que para el periodismo son una inutilidad y hasta un estorbo, y además tenemos todas las que le son necesarias. Así nosotras somos instrumentos igualmente admirables y fieles para el periodismo de idea y para el periodismo de información.

El periodismo de ideas no requiere que el periodista tenga ideas propias. A los pensadores corresponde la tarea de tener ideas al periodista, la de hacerlas suyas, primeго, merced a una intuición, a una comprensión a una finura de espíritu excepcionales; luego, les corresponde la tarea de hacerlas de todo el mundo, de generalizarlas, de ponerlas en circulación merced a su estilo ameno, a su facundia, a su... -aquí me veo, con mucho sentimiento, en la necesidad de emplear una palabra francesa intraductible a nuestro idioma-; el periodista ha de tener “bagout”.

Para esta labor superficial y parlanchina, ¿Quién mejor que la mujer?

 

Pero el verdadero periodismo, el periodismo verdaderamente periodístico, es el de información. Pocas mujeres todavía se han dedicado a él, por lo menos como debían hacerlo. Sin embargo, una francesa, Maria Laparcerie[vi], ha sabido ver y aprovechar con mucha gracia su parte pintoresca. Maria Laparсегіe ha sido cochero cuando hubo en Paris el fracasado intento de adaptar a las mujeres a este oficio. María Laparcerie  fue también corista de ópera; y ejerció así multitud de oficios, cada uno durante breves días; de estar manera sus artículos tienen el doble, interés de ser exactos y de haber sido vividos.

 

Pero el periodismo práctico debe tener algo más que la parte pintoresca; su deber es hacer mucho bien, destruir lo que está mal y ayudar a la edificación de lo que pudiera estar bien. Y para realizar con el periodismo cosas grandes y bellas, hay que considerarlo no como un oficio más o menos lucrativo, sino como un medio para la realización de estas grandes y bellas cosas.

 

Y esto, nosotras las mujeres somos capaces de comprenderlo y de sacrificarnos para ello; sólo nosotras podemos aportar las cualidades para tan, hermosa tarea, no realizada aun. En cuanto el ambiente se haya despejado por completo de șu estrechez y de su mezquindad molestas, las mujeres podrán libremente consagrarse al periodismo, que sólo ellas pueden hacer llegar a su pleno desarrollo. Sólo las mujeres tienen bastante corazón, para poner en el periodismo la dosis de humanitarismo desinteresado, del cual es susceptible; solo ellas tienen bastante constancia o testarudez para llevar s su tarea a cabo, a través de todas las dificultades  y de todas las amarguras; sólo ellas tienen bastante valor y bastante serenidad para afrontar todas las luchas; sólo ellas, en fin, son capaces de bastante pasión para encariñarse con su obra, y de bastante fe para, poniéndose a su nivel y queriéndola redimirla del cinismo periodístico, con el cual los hombres creen probar una superioridad.

 

 

MAGDA DONATO

 



[i] Lucien Descaves , 1861- 1949. Periodista, novelista y dramaturgo francés, fue uno de los primeros miembros de la Academia Goncourt y fue su presidente. Ideológicamente naturalista y libertario.

 

[ii] Marylie Markovitch , seudónimo de Amélie Alphonsine Marie Néry, 1866 -1926. Fue escritora, feminista, poeta y periodista. En diciembre de 1912 escribió un informe sobre "Las mujeres de los Balcanes" en Le Magasin Pittoresque.  Fue una de las primeras mujeres en ser corresponsal de guerra: fue enviada a Rusia en 1915, de donde regresó en 1917. Defendió los derechos de las mujeres llamadas a sustituir a los hombres en granjas y fábricas e hizo campaña por su derecho al voto. Su compromiso feminista la llevó a encontrarse con las mujeres ilustres de su tiempo, a entrevistarlas: la escritora sueca Selma Lagerlöf , entrevista publicada en La Renaissance , el 26 de junio de 1915; o la Emperatriz Alexandra Feodorovna de Rusia, entrevista publicada el 7 en La Revue des deux mondes el 1 de abril de 1916. Durante días se vistió de enfermera para conocer la vida en el frente con estas mujeres y los heridos. Desde febrero de 1917,  conoció de primera mano la revolución rusa.  En marzo de 1917, observó las manifestaciones obreras, entrevistó a Alexander Kerensky , del Partido Socialista Revolucionario, a Pavel Nikolayevich Milioukov (1859-1943), miembro del Partido Demócrata Constitucional que se convirtió en Ministro de Asuntos Exteriores del gobierno provisional , Alexander Gutchkov. (1862-1936), uno de los dirigentes del partido octubrista, junto con Michel Rodzianko , presidente del primer gobierno provisional resultante de la revolución de febrero de 1917 que indujo a Nicolás II a abdicar. Asistió a una de las intervenciones de Lenin en el balcón del Palacio anteriormente ocupado por Mathilde Kschessinska ( 1872-1971 ) en Petrogrado.

Lamentablemente, la periodista enfermó. Agotada, regresó lo mejor que pudo de Rusia a finales de 1917 a bordo de un carguero. Él será atacado por los alemanes, pero ella sobrevive traumatizada. De regreso a París, reanudó la redacción de sus informes en Rusia para la Revue des Deux Mondes. El resultado fue un libro publicado en 1918 bajo el título La Revolución Rusa vista por una francesa.

Enferma y sin recursos, se retiró a Niza, y allí murió el 9 de enero de 1926.

 

[iii] George Sand, pseudónimo de Amantine Aurore Lucile Dupin de Dudevant (1804-1876), fue una novelista y periodista francesa, considerada una de las escritoras más populares del romanticismo francés.

 

[iv] Emilia Pardo-Bazán y de la Rúa-Figueroa (1851-1921), condesa de Pardo Bazán, fue una novelista, periodista, ensayista, crítica literaria, poetisa, dramaturga, traductora, editora, catedrática y conferenciante española introductora del naturalismo en España. Fue una precursora en sus ideas acerca de los derechos de las mujeres y el feminismo. Reivindicó la instrucción de las mujeres como algo fundamental y dedicó una parte importante de su actuación pública a defenderlo.

 

[v] Sidonie-Gabrielle Colette (1873-1954), conocida como Colette , fue una escritora y mujer de letras francesa. También fue mimo, actriz y periodista. Triunfó con unas novelas que tenía como protagonista a Claudine, casi alter ego de la novelista. Su marido era el que tenía los derechos de propiedad de sus libros. Colette se separó en 1906, aunque su divorcio no fue definitivo hasta 1910. Inició una carrera teatral en salas de música de toda Francia, a veces interpretando a Claudine en sketches de sus propias novelas, ganando apenas lo suficiente para sobrevivir y a menudo hambrienta y enferma. Para llegar a fin de mes, se dedicó más seriamente al periodismo en la década de 1910. En esa época también se convirtió en una ávida fotógrafa aficionada. Este período de su vida se recuerda en La vagabonde (1910), que trata sobre la independencia de las mujeres en una sociedad masculina, un tema al que volvería regularmente en obras futuras.

 

[vi] Marie Laparciere escritora y periodista francesa que creó el estilo de Magda Donato de periodismo gonzo. Presencia de un yo, narración literaria, elementos de ficción (para darle más fuerza al estilo, pero sin cambiar la realidad), la importancia de darle vida al entorno y a las personas de las que hablan, exposición de su propia persona, vivir la situación que se va a denunciar. Creó La Tribuna Libre de las Mujeres, un grupo de educación intelectual y social libre para promover la emancipación de la mujer a través del libre intercambio de ideas entre todos.

 

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