HISTORIA DE LA HISPANIA ROMANA

 

La presencia de Roma en la Península Ibérica se prolonga desde el siglo III a. C. hasta principios del siglo V d. C. cuando el desmembramiento del imperio favorece el asentamiento de pueblos germánicos y la consolidación del reino visigodo. 

 

 

La conquista de Hispania por Roma.

 

La conquista de Hispania por Roma se produjo en un proceso de 200 años.

 

Primera fase. Victoria de Roma sobre Cartago (218-205 a.C.)

 

Como ya vimos, la península ibérica fue parte del escenario de enfrentamiento entre Roma y Cartago. en la Segunda Guerra Púnica. Publio Cornelio Escipión desembarcó en Ampurias para cortar las bases cartaginesas de Anibal que asolaba Italia. El resultado fue la conquista de la fachada mediterránea y de los valles del Ebro y del Guadalquivir. Roma se quedó con estos territorios por su valor estratégico y por sus riquezas minerales. Con estos territorios formó dos provincias Hispania Citerior, con capital en Tarraco, e Hispania Ulterior, con capital en Corduba.

 Segunda fase. Sometimiento del interior penínsular ( 205-133 a.C.)

 

La penetración y el dominio romano en la zona central y occidental de Hispania no fue fácil.

Roma conquista la Meseta y la actual Portugal para evitar los saqueos y correrías de lusitanos y celtíberos por la Bética y el valle del Ebro. Tienen lugar dos sangrientas y largas guerras:

 

 

- Contra los lusitanos destaca la figura del líder Viriato muerto el 139 a C.

- Contra los celtíberos terminan con una épico asedio a la ciudad de Numancia (Soria) 133 a C.

 

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Tercera fase. Guerras civiles en Roma (133-19 a.C.) 

 

En esta etapa Hispania y los hispanos intervienen en las cruentas guerras civiles de Roma, ya que algunos personajes de ésta se refugian en Hispania. Así:

 

- El popular Sertorio crea muchos problemas a Sila durante años.

- César derrota a los hijos de Pompeyo en Munda, 44 a C.

 

- Finalmente Octavio Augusto conquista el norte peninsular, 29-19 a. C., sometimiento a cántabros y astures. Su yerno Agripa funda Emérita Augusta (Mérida) con soldados veteranos de estas guerras. Se inicia la pax romana con el territorio dividio en tres provincias: la Tarraconensis con capital en Tarraco, la Bética con capital en Corduba y la Lusitania con capital en Emérita.

 

 

 

Romanización y legado cultural.

 

 

Conforme avanza el proceso de conquista se extiende la romanización. El proceso no fue homogéneo en el tiempo (se intensificó notablemente a partir del siglo I a.C. bajo la paz imperial) ni tuvo la misma incidencia en todas las áreas. Fue muy acentuado en todo el litoral mediterráneo y más leve en el interior, en el norte y en el noroeste.

 

La urbanización. Las obras públicas.

 

La ciudad fue el principal instrumento de romanización de los territorios conquistados. Para llevar a cabo este proceso, se utilizaron dos vías:

  • - La creación de nuevas ciudades o colonias que seguían el modelo de la propia Roma, y se poblaban preferentemente con ciudadanos procedentes de Roma o de Italia y, a veces, con soldados veteranos licenciados. Las principales ciudades de fundación romana fueron Hispalis (Sevilla), Italica, Barcino (Barcelona), Valentia (Valencia), Caesaraugusta (Zaragoza), Emerita (Mérida) y Tarraco (Tarragona).

 

 Emérita Augusta. Maqueta. 

 

  • - La transformación de poblaciones ya existentes en ciudades romanas, que pasaban a ser ciudades federadas o libres de impuestos y de ocupación militar. Por lo general habían colaborado con los romanos durante la ocupación y por ello recibían un trato privilegiado. Entre ellas se encontraban Malaca (Málaga), Gades (Cádiz), Saguntum (Sagunto) y Cartago Nova (Cartagena).

 

Las ciudades estaban comunicadas por una red viaria. El fin de estas calzadas era militar y administrativo, ya que facilitaba el desplazamiento rápido de las legiones, pero además contribuyeron a mejorar las relaciones económicas y a cimentar la unidad del imperio.

Destacan la Via Augusta que partiendo de Gades, Corduba, Valentia y Tarraco llegaba hasta la misma Roma. Tarraco se conectaba con Emérita a través de Caesaraugusta y Toletum. Las minas cercanas a Legio VII (León) se conectaban con el sur (Hispalis) a través de la conocida como vía de la Plata.

 

Estas vías tenían un sistema de señalización a base de miliarios, cilindros que jalonaban el camino cada mil pasos (una milla). En ellos se indicaban las distancias a las ciudades importantes y se indicaban el nombre d ela vía. Al final de cada jornada (30 o 40 kilómetros) había mesones o postas (mansios) donde cambiar de caballos y descansar. Vasos de Vicarello.

 

 

Las ciudades romanas se construyeron con criterios urbanísticos racionales: presentaban un plano ortogonal con dos grandes vías, el cardo (de N-S) y decumano ( de E-O). Una muralla delimitaba la ciudad y servía como medio de defensa. Disponía de un foro o centro urbano donde se encontraban la basílica (edificio donde se impartía justicia), la curia (administración municipal), el tabularium o archivo municipal, los templos y las tabernae o tiendas. Igualmente las termas o baños públicos con tres piscinas y, a veces, un gimnasio e incluso en algunas, biblioteca. También las ciudades estaban dotadas de infraestructuras para las comunicaciones (puentes, calzadas, puertos, faros), sanitarias (red de cloacas), y para el abastecimiento de agua (acueductos y cisternas). Igualmente albergaban monumentos conmemorativos, como los arcos de triunfo, que también delimitaban entradas y vías de acceso. Finalmente, fuera de las murallas se encontraban las necrópolis o cementerios y los edificios para espectáculos públicos: teatros, anfiteatros y circos.

 

 

 

Mapa interactivo con monumentos romanos en Hispania

 

 

 

Las estructuras sociales y económicas.

 

Hacia el siglo I, la sociedad hispana estaba formada por entre cinco a siete millones de personas que poseían diferente situación jurídica:

  • Los colonos romanos o itálicos. Eran una minoría que gozaba de plenos derechos políticos y de propiedad, y que llegó a influir en la vida política y cultural de Roma.
  • Las élites indígenas. Imitaban a los romanos copiando sus nombres, sus costumbres su idioma y su estructura familiar patriarcal.
  • Los indígenas libres. Se encontraban en la base de la sociedad, por encima de los libertos o esclavos liberados que dependían del antiguo dueño.
  • Los esclavos, en el último escalón de la sociedad.

 

 

Hispania se configura como importante proveedor de materias primas con destino a Roma:

 

-Productos agrícolas y ganaderos: cereales y olivo, vid, esparto y ganadería ovina y equina eran los cultivos y animales producidos en Hispania. Grandes villas (fincas de terratenientes) eran los centros de explotaciones muy fructíferas, mucho más importantes a partir del siglo IV. El vino y el aceite producido y envasado en ellas era exportado desde los puertos mediterráneos y Gades hacia Roma. También era un objeto de exportación muy apreciado el garum, especie de paté-condimento hecho con pescados.

 

-Explotación minera. La conquista de la península proporció a Roma importantes cantidades de oro (Las Médulas en León), plata (Cartagena), cobre (Sierra Morena), estaño (N.O), mercurio (Sisapo, Almadén).

 

-Esclavos. A través de las guerras de conquista.

 

-Comercio. Importación de productos de lujo para clases dominantes e importación de objetos manufacturados.

 

 

El legado cultural.

 

  • El latín era la lengua utilizada en el derecho, la ciencia y la cultura. Extendido progresivamente a partir del siglo I. Aceptado como lengua de poder y cultura en los primeros momentos fue imponiéndose con el paso del tiempo. Origen de las actuales lenguas peninsulares, a excepción del vascuence.
  • El derecho. Base de legislaciones posteriores y regulador de la convivencia entre pueblos diversos constituirá el instrumento que simbolizaba las relaciones de tipo público entre los habitantes del imperio y el Estado.
  • El urbanismo. Como ya se ha analizado, ciudades, templos, teatros y todo un conjunto de calzadas que articulaban el territorio hispano y le conectaban con el resto del imperio. Ej. Vía de la Plata.
  • La religión. En el ámbito religioso, los romanos respetaron los cultos locales, siempre que no amenazaran la lealtad a Roma y al emperador, que llegó a ser venerado como un dios más. Para las élites locales, la devoción por el emperador reforzaba su integración en el Estado romano. A partir del siglo I llegaron a Hispania los cultos mistéricos del Mediterráneo oriental, asociados a ritos de purificación o bautismo y a promesas de resurrección e inmortalidad (Cibeles, Isis, Mitra). Rivalizando con ellos y procedente también de Oriente, se introdujo en la península el cristianismo. Sus seguidores, al negarse a adorar al emperador, se convirtieron en enemigos de Roma. Por ello sufrieron persecuciones. Más tarde, la religión cristiana obtuvo el beneplácito del Estado romano, primero con Constantino I y después con Teodosio el Grande (siglo IV), que la convirtió en religión oficial y prohibió la práctica de otros cultos. Privilegiada jurídica y económicamente, la Iglesia católica colaboró en la latinización de la sociedad hispánica. Como contrapartida perdió su independencia y los emperadores intervinieron en los concilios.
  • El arte.  Importantes manifestaciones arquitectónicas en la península: acueducto de Segovia, arcos de triunfo, teatros…
  • La literatura: Los Séneca, padre e hijo, Lucano, el poeta Marcial, el retórico Quintiliano, el geógrafo Pomponio Mela, el agrónomo Columela.
  • Y en la política: los emperadores Trajano, Adriano y Teodosio el Grande.

 

Las invasiones bárbaras.

 

Durante el siglo V (año 409) se produce la descomposición del dominio romano en la Península. Hispania sufre las invasiones de pueblos germánicos -suevos, vándalos y alanos- que después de saquear y destruir el país se quedaron en él. El gobierno central romano incapaz de hacer frente a estas invasiones, utilizó los servicios de otro pueblo germánico, los visigodos. Roma firmó un pacto con ellos para que liberasen Hispania de los invasores. Tras expulsar a vándalos y alanos y confinar a los suevos en Galicia, se asentaron en Hispania y sur de la Galia, creando un reino con capital en Tolosa. En el año 476 al desaparecer el Imperio Romano, el reino visigodo se extendía del Loira al Tajo, alcanzando su total independencia. Cuando los francos derrotan a los visigodos en Vouillé (507), éstos deciden trasladarse a Hispania y asentar su capital en Toledo definitivamente. Esta etapa significa la transición de la Antigüedad a la Edad Media y la creación de una unidad política nacional: la España visigoda.


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