“Les prometo que esta va a ser la última guerra, la guerra que acabará con todas las guerras”.

Wilson

Sobre avances tecnológicos, tácticas y estrategias.

Todos los ejércitos modernos contaban con un equipamiento bélico similar, el fúsil de retrocarga estaba extendido en todos los países después de la innovación que supuso en la Guerra Franco-Prusiana (1870), igual que la artillería de retrocarga, solo diferenciada en muchos casos por el calibre y su utilización. La organización militar estaba basada en grandes masas de hombres de infantería, divididos en divisiones y regimientos que maniobraban en el campo de batalla con doctrinas similares, a medio camino de las guerras napoleónicas y la experiencia recogida de la Guerra civil americana y Franco-Prusiana.

Tras unos avances rápidos debidos a la eficiencia alemana, el frente se estancó en occidente en una inmensa trinchera que llegaba desde el Canal de la mancha hasta Suiza, y fue engullendo armas, suministros y sobre todo hombres, a centenares de miles durante 4 años. La guerra se producía en cantidades industriales en todos los sentidos, solo en la batalla de Verdun (1916) los alemanes tuvieron 500.000 bajas y utilizaron 22 millones de proyectiles, en apenas 2 meses de combates.

Durante este periodo la tecnología mecánica empezó a desarrollarse de una manera eminentemente bélica, inventos nuevos se aplicaron al ámbito militar, como máximo exponente tenemos el avión, el automóvil y el submarino. Los aviones al principio utilizados como un elemento de inteligencia, pasan a convertirse en un elemento de ataque a las trincheras, pasando después a ser un elemento de propaganda (convirtiendo a sus ases en “caballeros del aire), hasta evolucionar para involucran a la población civil, con el nacimiento de los bombardeos a ciudades fuera de las líneas del frente. El automóvil utilizado como medio de transporte de suministros al frente, e incipientemente como tracción de la artillería. La anécdota del envío de tropas al frente del Marne en 1914, con los taxis de Paris, presagiaba un futuro diferente.

Las armas como las ametralladoras podían barrer a cientos de hombres en formaciones propias del XIX en minutos, la artillería podría batir trincheras y posiciones durante horas y los aviones podían bombardear en cualquier momento desde el cielo. La guerra ya no era una lucha entre caballeros con uniformes rutilantes. Los uniformes tenían de perder sus colores y convertirse en una pieza de camuflaje como todos los elementos de combate. Durante 4 años la industrialización de la guerra convirtió el frente de Europa occidental en una “lucha de carneros” que solo pudo acabar con la llegada de los americanos en 1917 y su fuente incalculable de hombres y material y por la revolución interna en Alemania por culpa de los esfuerzos de guerra. Este esfuerzo acaba con las ganas de lucha del pueblo alemán, ya que no se produjo una victoria militar decisiva por parte de ningún bando.

La estrategia basada en la maniobra de grandes ejércitos fracasó, los ataques artilleros en masa y las cargas de infantería no tenían nada que hacer contra posiciones bien preparadas y refuerzos cerca del frente, ninguna ofensiva era decisiva y engullía millares de hombres y material, quizás por ello las experiencias de Lawrence de Arabia en Palestina sobre guerra “no convencional”, el uso del golpe de mano (Rommel 1917), o el empleo de carros de combate (Patton 1918), hizo evolucionar la estrategia en el siguiente conflicto.

Con la idea de intentar romper un frente estático, nacía el invento conocido como “Tanque”, un vehículo propulsado por un motor de combustión interna, con blindaje y con armamento bélico consistente en ametralladoras o cañones. Los creadores del concepto fueron los británicos, basándose en la idea del “Landship”, o barco terrestre, para poder penetrar a través de las trincheras enemigas y que la caballería pudiera explotar el éxito. Un concepto totalmente innovador, que fue copiado rápidamente por los otros contendientes, pero también rápidamente neutralizado con artillería, debido a la deficiente velocidad y defensa de estos primeros vehículos blindados.

Otro hecho relevante fue la utilización por primera vez de una manera intensiva de la guerra química, aunque esta arma fue declarada ilegal por la Convención de la Haya de 1907, fue utilizada por alemanes por primera vez en la batalla de Ypres (1915), y luego utilizada indistintamente por todos los contendientes, pero que en ningún momento llego a ser un elemento decisivo, sino más bien un elemento para aumentar las bajas y el desgaste psicológico de los hombres. Estas armas fueron luego utilizadas en conflictos coloniales como por ejemplo por España en la guerra del Rif (1921).

Por otra parte, la guerra pasa de ser un asunto de “los militares”, a ser un asunto de toda la nación, que llega a todas las capas de la sociedad. La guerra además ya no es solo un asunto de hombres y armas, sino también de suministros, propaganda y recursos. Las mujeres en un principio olvidas para el esfuerzo bélico, han de trabajar en la industria y los servicios6, ya que los hombres están en el frente en una cantidad solo equivalente a la de las guerras napoleónicas. El uso de la propaganda y la necesidad de apoyo de la población civil, son necesarios en todos los países para prolongar el esfuerzo bélico, aunque dicho esfuerzo propicio la derrota de Rusia y Alemania, y aunque pudo ser esquivada por Francia (Motines de primavera 1917) e Inglaterra, no sin producir cierta fractura social. Sin duda también, la epidemia de la mal llamada “gripe española”, contribuyo al fin de la guerra.

El sufrimiento y las consecuencias para la población civil durante la primera guerra mundial, estaban centradas principalmente en la escasez de alimentos y bienes de consumo, que eran necesarios para el esfuerzo bélico. Solo fueron afectadas directamente en Europa las zonas en conflicto, y las capitales por los primeros bombardeos aéreos: Londres por Zepelines y Paris por la artillería de gran calibre alemana.

Sobre consecuencias.

En el caso de Alemania la paz fue humillante, además de las pérdidas territoriales del 25%, perdió su flota mercante, su armada de guerra… y se le obligó a declarar que era el único causante de la guerra para poder exigirle así el pago de una fuerte indemnización de guerra que no está incluida en el citado tratado de Versalles, sino en el de Spa. Mucho se ha hablado de las condiciones draconianas a las que se sometió a Alemania, y más cuando se fijó el precio total de las indemnizaciones que debía pagar. A la hora de interpretar el tratado de Versalles hoy hay varias posturas por parte de los historiadores, para algunos esas condiciones tan duras supusieron una humillación intolerable para Alemania y este sería el caldo de cultivo para el ascenso del nazismo; para otros las condiciones eran duras pero entraban dentro de lo razonable y el crecimiento del partido nazi se produjo por la crisis de 1929 y sus terribles efectos sobre Alemania, probablemente las dos posiciones no estén tan separadas. Con el resto de países derrotados también se firmaron tratados: Saint Germain con Austria, Neuilly con Bulgaria, Trianon con Hungría y Sevres con Turquía.